Contamos con la inestimable ayuda de un equipo de educadores que, de forma altruista y voluntaria, trabajan los problemas psicológicos y conductuales tan frecuentes en estos animales que han pasado por experiencias traumáticas.
Colaboramos con otras protectoras con las que compartimos un mismo objetivo.
Todos los animales que acogemos reciben la debida atención veterinaria (analíticas, tratamientos, cirugías, etc.) y son identificados y esterilizados antes de emprender la búsqueda de adoptantes comprometidos a proporcionarles una vida digna y feliz.
Sacrificio cero. Establecemos una línea muy clara entre “sacrificio” y “eutanasia”. Nunca sacrificamos cachorros recién nacidos, ni animales con alguna discapacidad o con enfermedades crónicas que sean tratables. Exclusivamente, en caso de enfermedad en fase terminal que produzca un sufrimiento irreversible, se recurre a la eutanasia con toda la dignidad, el respeto y el amor que ellos merecen.
Defendemos firmemente la tenencia responsable de animales. Antes de dar un perro en adopción o acogida, nos aseguramos de la compatibilidad entre el perro y su nueva familia. Acompañamos a los adoptantes a lo largo de todo el proceso ofreciendo el apoyo de nuestros educadores para facilitar una buena adaptación. Una vez que el animal sale del albergue seguimos preocupándonos por su bienestar.
Todas las personas que colaboran económicamente en el proyecto tienen derecho a conocer dónde van destinadas las ayudas. Si eres padrino de alguno de nuestros peludos puedes venir a visitarlo y pasar tiempo con él.
Los voluntarios son siempre bien recibidos, cada persona dedica el tiempo que puede y quiere.